La rue Serpente se ríe de mi desgracia. Sus balcones aprietan sus barrotes contra mi cuerpo, cárcel de desesperación. Las fachadas desgastadas al fin ven algo de acción, obligando a sus dueños a levantar la vista de sus rutinas de soledad.
El viejo veterano de guerra ladea un poco el cuello, semejando un cazador curioso. Su rostro está cargado de malicia. Los ojos entornados, la sonrisa partida, las pulsaciones demasiado tranquilas en sus sienes. Estoy en su territorio. Esto no debería haber sucedido tan pronto. Apoya una mano en mi hombro y soy incapaz de reaccionar. Siento como sus dedos se agarran como lo harían los de una rapaz sobre su presa. Experimento la seguridad de que no voy a escapar. Aterrado, contemplo como su cabeza se acerca hacia la mía. Paso a respirar el whiskey "Crown Royal", atmósfera de los olvidados. Finalmente susurra en mis oídos.
- Sé quién eres... No tengas miedo, ya me han hablado de ti - el instinto de supervivencia se me dispara hacia la única escapatoria visible. Sonrío, jugando la carta con la que empecé la mano.
- Muestra más respeto entonces - mi voz suena demasiado ronca. Se cuela por las cicatrices de sus mil batallas, y rebota sarcásticamente hacia mi.
- Podría seguir cerrando mi mano hasta que no quedase nada que agarrar. - una sonrisa perdida acompaña su réplica - Mostraré respeto a quién sea merecedor de él. Y tiene un alto precio-
La gente que anteriormente se había mostrado curiosa, parece comprender que no es bienvenida. La intimidad que nos había dado la reputación del capitán, comenzaba a asfixiarme. Al parecer conocía mi cometido. Eso me dejaba sin capacidad de reacción, de nuevo un títere roto sin escenario. Traté de replicar, aún a sabiendas de que sólo alargaba inútilmente mi patética existencia.
- Dudo que usar la violencia conmigo te vaya a conseguir nada. Sólo soy un mensajero, y si pierdes el mensajero, adiós mensaje. - su rostro se separó finalmente de mis oídos. Como pude, busqué algo de aire puro en su breve retirada. Mientras inspiraba ávidamente, una mueca suya trabó mi fingida calma.
- No hay nada que escuchar. Dile a tu Jefe que se olvide de mí. Es mi única respuesta.- soltó mi hombro y algo extraño sucedió. Su mirada se perdió en algún lugar que yo no conocía. Los estragos de la vejez parecían asfixiarle de repente. Una pequeña tregua de contradicciones que me sacó de mi palidez aterrada. Reflexioné mientras observaba como el capitán intentaba marcharse de mi compañía inconscientemente.
Si conocía al viejo alpha mi misión se convertía en un sin sentido. No tenía ninguna noción de que hubiera visitado nuestras instalaciones. Y por otra parte, jamás se me había informado de cualquier intención de contacto entre mis superiores y los sujetos de estudio. Era yo quién debía hacer las evaluaciones. Mi juicio era clave para la operación. La triste existencia en la que me habían encarcelado se descosía por las costuras.
Buscaba replicar a su negativa. Querría tener más velocidad de pensamiento, estar a la altura; pero todo se desmoronaba. El viejo capitán se marchaba con la cabeza alta de nuevo. Su pose era un claro desafío a mi status en la organización. Y lo peor es que me sabía de antemano incapaz de enfrentarle.
Me aferré a mi siguiente objetivo, intentando dar algo de sentido a mis pulsaciones. Jules podía ser una pieza que cambiara todo. Sabía que habría de investigar la declaración de Jaques, más adelante. Pero en mi situación, necesitaba algo con lo que volver a moverme por encima de sus miradas. El joven esquizofrénico se había convertido en mi salvación. Giré sobre mis pasos con la sensación de que todo estuviera orquestado para centrarme en el bibliotecario, y mi premura terminó desechando el hilo de mis pensamientos.
Mientras me alejaba en la todavía joven mañana de París, una figura que no me había pasado desapercibida, seguía su curso en dirección opuesta a la mía. Demasiados interrogantes para una pieza tan sencilla como yo lo era. Volteé la cabeza siguiendo su trayectoria y ya había desaparecido. La única suerte que tenía, es que ya nada sería capaz de sorprenderme después de mis años de servicio a la organización. Años que al parecer, estaban llegando a su fin.
6 comentarios:
hola, me has agregado a facebook, nos conocemos? me ha llamado la atención el nombre de tu blog, y más aún lo que escribes. ¿A qué te dedicas? un beso
Pues perdona si no dije nada con lo del facebook..... soy un tipo maleducado de tanto estudiar....
como ves el blog esta algo abandonado, pero la novela de ojos verdes en nada estara ya terminada y con suerte por ahi =)
me dedico .... a la medicina...si hija si xD por raro q parezca
Un beso!
Por la salud de tus pacientes espero que para ejercer la medicina dispongas de las dotes de las que careces para el oficio de la escritura.
En caso de que seas un médico tan inhábil como lo eres escribiendo confieso que los motivos para la inquietud se inclinan a alarmantes.
Sinceramente, no hay nada aprovechable en tus textos. No te lo tomes como algo personal, porque no tengo ni remota idea de quién eres ni de dónde sales. Solamente sé que lo que escribes es una mediocridad.
Lo siento, pero me afecta que la gente se engañe de una manera tan escandalosa.
jajajajaj me encantan las criticas constructivas si señor!!!
pues nada, yo seguire con mi mediocridad que me lo paso pipa escribiendo, tu sencillamente no te pases por aqui, e invierte tu tiempo en algo mas valioso que estar hasta las tantas en un hospital =)
todos te lo agradecermos ^^
sin acritud majete =) y por dios no te alarmes
jajajajaj me encantan las criticas constructivas si señor!!!
pues nada, yo seguire con mi mediocridad que me lo paso pipa escribiendo, tu sencillamente no te pases por aqui, e invierte tu tiempo en algo mas valioso que estar hasta las tantas en un hospital =)
todos te lo agradecermos ^^
sin acritud majete =) y por dios no te alarmes
Disculpa, pero si aprecias acritud en mi comentario es porque estoy un poco cansada de leer textos sin valor, de manera continuada.
Trabajo en una conocida editorial y todas las semanas me enfrento a relatos de diferente extensión, bajo el mismo título: "La nueva obra maestra".
Pues no hay manera. Después, incluso, sus autores se presentan en mi despacho solicitando explicaciones por la no publicación de sus obras.
Pero, ¡por favor! ¿Usted ha leído algo? ¿Ha leído siquiera lo que ha escrito?
Suerte.
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