domingo, 14 de noviembre de 2010

Martin, el estudiante disecado de biblioteca, día 4 parte 1 de 2

El día amaneció burlándose del sentido común. Nadie quería recordar lo sucedido con tan sólo un crepúsculo de diferencia. La derrota de los soñadores. El sino del poema a la resignación.

Debido a la pureza e ingenuidad de alguno de nuestros protagonistas, nos vemos obligados a obviar parte de lo acontecido. Muchas veces, los puntos suspensivos son más que suficientes para el amor. Esa fidelidad incondicional vestida de cuentos y princesas. De caballeros y corceles. De cruda puta fea realidad.

Telón echado.

Aure andaba cabizbajo, sumido en pensamientos que jamás hubiera querido que le visitasen. El gorro se asomaba peligrosamente por su frente, intentando suicidarse por no soportar las divagaciones que lo recalentaban desde abajo. Los pasos se pedían permiso mutuamente para llegar a la biblioteca.

Allí no había nada que encontrar. Odiaba a Martin. Odiaba a Paris. Odiaba a Rex. Odiaba a Juan Carlos. Y ciertamente, a todo aquel involucrado de alguna manera con el episodio del día anterior
Se sentía tremendamente idiota. Estúpido crío montado en una bicicleta sin frenos.

La mañana quería avanzar. Los alumnos se volvían a acercar a la biblioteca, ya que no había sucedido nada que no esperasen. Rex, el chico de la barba profusa de la esquina, el gótico Volde, la chica con el pelo enganchado con un lápiz... todos montaban con normalidad en la rutina. Sin notar un ápice del drama que otros respiraban.

Finalmente, Aure llegó a las malditas puertas. Miró apenado la cristalera con dos días de vida, e intentó andar con la seguridad de un copo de nieve en el desierto. Iba a cruzar el umbral, y una mano le retuvo.

JC: No creí que volvieses.- solemnidad.
Aure: No tengo ganas de jugar, tengo que estudiar mucho.- se intentó deshacer de la garra que lo aferraba con fuerza.
JC: Yo no creo que esté muerto. Quizás...-
Aure: ¡¿Quizás qué?! - le espetó...- ¡¿Quizás qué?!- sus labios temblaban.
JC: .........- le soltó.- Quizás quiere que confiemos en él...-

Aure entró atropellando los pasos que tanto se habían taimado minutos antes. Pasó por el lado de Martin sin tan siquiera mirarlo. Una punzada de dolor le recorrió la espalda, al mismo tiempo que Paris bajaba el gesto para no encontrarse con el chico. Rex seguía tranquilamente escribiendo en su portátil. Estaba contento, ya que habían devuelto a Martin a su sitio, y volvía a taparle un reflejo tremendamente molesto de la manguera de incendios. Los demás apenas notaron que un nuevo estudiante buscaba un sitio, lo más alejado posible del chico disecado.

Al fin encontró un lugar perfecto para poder olvidar. Una esquina lejos de todos. Allí, perdido del mundo, podría escupir al romanticismo que tantas veces le golpeaba ingrato. Imaginaba a Paris jugueteando con Rex. A Juan Carlos riéndose de él en silencio. A Martin... Bueno, a Martin había decidido ni imaginarlo.

Voz al otro lado de la mesa: Eres estúpido.-

Aure se percató de que no estaba sólo al escuchar el insulto. Una chica pequeña con gafas todavía más pequeñas, pasaba las hojas de Moby Dick, bastante distraída con la lectura. Parecía una anciana joven. O una anciana moderadamente adulta. Vamos, una vieja.

Niña vieja: Se lo que estás pensando.
Aure: ¿En que pareces vieja?
Niña vieja: Si. Todo el mundo lo hace.- seguía absorta con su libro, moviendo apenas el labio superior para hablarle al muchacho.
Aure: Es que lo pareces.
JC: Estoy de acuerdo.
Aure: ¿Qué haces aquí? -se giró y vio al vaquero con el mismo gesto solemne de la entrada.
JC: ÉL me ha pedido que le traiga.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

El chico dio un salto al ver QUIÉN se sentaba a su lado. Se levantó nervioso de la silla, tirando un par de libros al suelo y reclamando la atención, de quiénes más cerca formaban la escena. Juan Carlos negó lentamente, algo contrariado. La niña vieja se lamía la yema de los dedos, para pasar más fácilmente las páginas. Martín estaba a lo suyo. Que bastante tenía, todo sea dicho.

Aure: ¿Qué hace aquí?- se alejó unos pasos, sin saber como reaccionar.- ¡Quiero que se vaya!
JC: Vamos a tranquilizarnos todos.
Niña vieja: Yo estoy tranquila.
Paris: Y yo... - se había acercado al ver la reacción de Aure.- Y Martin también lo está.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

El muchacho hubiera deseado poder encerrarse en su gorro rojo, y huir de todas las miradas indiscretas que se atrevían a juzgar sus decisiones. "¡Quiénes eran ellos para poder estimar, el alcance del daño que sufre un romántico!" "¿Cómo eran tan estúpidos y prepotentes?" Deseaba morir allí mismo, en el centro de los focos, lejos del escenario de su vida.

Luis Eduardo: ¡Hola! -
JC: El que faltaba...-
Luis Eduardo: ¡Hola Martin!
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
JC: ¡Calla Conrado, calla!.- apretaba el puño contra la mesa, descargando su ira en silencio.
Luis Eduardo: ¡Hola Aure! ¿Qué pasada lo de ayer eh? ¡Martín nos engañó a todos!- disparaba sonrisas a todos los asistentes. Sufría tanto en su casa, que no podía más que alegrarse al estar lejos de allí. Eso sí que era un drama. Repetido. Real. Náusea.
Aure:......-
París: Oh venga! ¡Reacciona!- no sabía por qué decía aquellas palabras. Las sintió fluir casi ajenas. Avergonzada, volvió al segundo plano que ocupaba tras Martin.
Niña vieja: ¿Voy a poder leer en paz? - levantó la vista hacia los presentes con un desprecio silente. Escondido. De los que calan.
Luis Eduardo: ¡Ala una vieja! -
Niña vieja resignada: Hola...-
Luis Eduardo: ¡Tengo dos bicicletas! - le tendió la mano, que fue observada con indiferencia.
Niña vieja: Este creo que es el más idiota de todos.- volvió a chuparse una yema arrugada.
JC: ... Sabe? Creo que usted me caerá bien.-
Niña vieja: No me hables de usted. Es más, no me hables. Haced todos como él por favor.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

La nueva alusión al estudiante disecado de biblioteca zarandeó a Aure, que contemplaba desde una esquina la absurda conversación. Allí, a unos metros, Martin y Paris se encuadraban en un mismo retrato. Todas sus contradicciones le mantenían paralizado.

Luis Eduardo: Bueno, tengo que estudiar, pero sigo pensando que estuviste genial ayer Martin.- le tocó en el hombro con simpatía.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Paris: Déjalo estar.
Luis Eduardo: ¿Por qué? Fue maravilloso.- en realidad sonó algo así como "mashavishossso", ya que la excitación no se llevaba demasiado bien con el corrector dental bizarro.
JC: Fue una mierda. Nada salió como esperábamos Conrado. Deja de mentirte.- apartó la mirada del grupo para terminar la frase.- ¡Deja de mentirte como en Bangalore!
Luis Eduardo: Banga..qué?
Paris: Lore.
Niña vieja: ¿Sí?
JC: Bangalore!! El verano del 79! - mordía su puño, enrojeciendo a cada palabra.
Luis Eduardo: Banga... qué?
Paris: Lore.
Niña vieja: ¿Sí?
Paris: ¿Si qué?!
Niña vieja: Me llamo Lorena.
Paris: Ah...-
Luis Eduardo: ¡Hola Lorena! ¡Tengo dos bicicletas!- volvió a tenderle la mano. Aure susurraba para sí mismo "yo una".
Lorena: Me estoy hartando de vosotros. Y sobretodo de ti.- apuntó de nuevo a Luis Eduardo con su lápiz masticado.
JC: Hablemos.- se sentó frente a la niña vieja con aires de confidencialidad. Mientras tanto Paris miraba a Aure todavía paralizado.
Lorena: ¿Qué deseas? - por primera vez mostró algo de interés por alguien que no fuera Aure.
JC: Puede que odiemos a la misma persona.- señaló a Luis Eduardo con la mirada.
Luis Eduardo: ¡Me voy a estudiar!
JC: Eso... ¡Huye bastardo! ... - cogió aire para no levantarse y zarandear al joven.- ¡Huye como en Kuala Lumpur!
Lorena: ¡Estuviste en Kuala Lumpur!- la niña vieja parecía mucho más joven al sonreir.
JC: Desgraciadamente sí. Tuve que matar a cinco mapaches que jugaban al póker.-
París: ¿Qué?
JC: Como lo oyes... me miraban como lo hace Martin.-
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Lorena: Oh...- se acercó.- ¿Y cómo lo hiciste? - había cerrado por primera vez su libro.
JC: Les planteé una paradoja que no pudieron resolver. De todos es sabido cómo adoran ese tipo de juegos mentales, pero... no sabían a quién se enfrentaban.-
Paris: Esto es demasiado para mi. - miró con ojos pintados de remordimientos hacia Aure, y en lugar de dar un paso hacia él, giró y volvió al lado de Rex. El chico del gorro rojo tenía la vista en el suelo, sumido en sus pensamientos.
JC: ¡Eso vete! - paró para rascarse la afilada perilla.- No creo que entendieras lo que voy a contar.- masticaba un chicle imaginario.
Lorena: ¡Yo si que lo entiendo!
JC: Usted es de otra pasta, de otra época... como yo.
Lorena: Nací en el 1992.

Un frío destructor paralizó la psique de Juan Carlos. Miró a la niña vieja y pudo verse reflejado. Un cuarentón seduciendo con historias a pobres adolescentes. La derrota más ridícula de todas las que acostumbraba a vivir. Sin mediar palabra se levantó y marchó, dejando a Lorena con ojos suplicantes.

Lorena: Pe..pero...-
Aure: Él es así. - Se sentó contento de que todos hubieran partido. Al fin podría estudiar.
Lorena: Pero....-
Aure: ¿No querías que te dejáramos? Pues venga, vuelve a leer.-
Niña vieja: Definitivamente, eres estúpido. Y él también por convertirte en ello.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

Aure iba a replicar cuando la niña pirata de graciosos rizos apareció. Su mirada verde cristalina apremiaba y reclamaba su atención. Apenas una frase pudo decir Sonia antes de caer dormida de la emoción. "Martín no está muerto Aure, te lo demostraré".

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