miércoles, 21 de noviembre de 2007

Hst sv 5, relato n10

Finalmente pude hablar con Wo!!!! Ya tengo el capítulo que necesitaba para poder continuar la historia! Saludos!!!



Capítulo 10: Triada$


La puerta se abrió con un suspiro que utilizó Sugar Kane para desaparecer. Siciliano llegaba visiblemente cansado, la frente sudorosa y el gesto torcido. Sin mostrar ningún respeto, se dejó caer en una vieja butaca y miró fijamente a Wo_Shing. El anciano le escrutaba su nerviosismo mientras cruzaba los dedos. Un pausado silencio no permitía otra cosa que esperar al otro interlocutor. Finalmente, la gabardina fue manchándose de un color rojo vivo, que se acrecentaba con la palidez de su cara. Su cuerpo fue inclinándose hacia el suelo, hasta el punto de tener que lanzarse Wo para que no diese de lleno con el parquet. Aquel hombre moribundo sonreía a pesar de todo.

- Un infeliz de HB quiso medir sus fuerzas. Evidentemente se encuentra nadando con los peces. – mientras reía escupía sangre carmesí. – Se que llego tarde. Conozco que posiblemente abuse de su confianza si le pido un favor personal. Pero me supera esta maldita ciudad. – Se dejó caer sobre el respaldo, respirando con más tranquilidad. – Todo el mundo tiene un espía en cada esquina. Mire. – alzó la mágnum parabellum y disparó al techo sin siquiera alzar la mirada. Al instante, un pequeño androide caía en medio del salón. – Los hay a millares. Y estos no son los que más me preocupan, ya que al fin y al cabo sabemos donde hay que encuadrarlos. Pero… no me fío nada de mis camaradas. No le auguro una vida muy próspera a Crakcs señor Shing. – Wo apretaba una toalla blanca sobre la herida que parecía querer dejar de sangrar por respeto a la importancia de la conversación. – Prueba de ello son las sucias ratas que hablan de escindir Crack, juntarse con Shinigamis, e incluso marchar en la batalla junto a los Yakuza. Y por si no tuviera suficiente con todo esto, tengo a este gremio de matarifes encima sin dejarme respirar. Acabo de empezar, y he de confesarle, que estoy agotado. – volvió a toser sangre, y por primera vez sus ojos mostraron una humildad cargada de desesperación. Wo se levantó tranquilamente, cogió la pipa que había estado fumando, y la encendió con parsimonia.

- Todo tiene un precio. Su vida no es excepcional señor Siciliano. Aunque comprendo su situación. – dibujaba anillos de humo que se perdían por la estancia. – Hagamos una cosa. ¿Les queda suficiente honor a sus chicos como para acompañarle en una última contienda? – a pesar de la fragilidad de su acompañante, sus palabras no podían haber sonado más duras.

- No a todos. Pero si seré capaz de reclutar un gran número de valientes que entreguen su vida. – la sangre volvía a manar abundantemente. En cualquier momento perdería el conocimiento.

- Al anochecer del tercer día desde hoy, todas sus tropas estarán apostadas frente a la mansión roja. Lanzaremos un ataque sorpresa masivo.- se regocijaba con cada una de las palabras que decía su acento oriental.

- ¿Y Triada$? – la cabeza le daba mil vueltas.

- Triada$ hará más que suficiente asegurándole a usted el más alto rango que llegase a imaginar. En esta contienda morirán muchas marionetas, pero descuide, usted seguirá llevando los hilos bien atados. – conocía sobradamente la reputación del hombre que tenía enfrente. Por muy vulnerable que pareciese, no era más que una artimaña para acelerar las cosas. Ambos lo sabían, pero debían seguir interpretando el papel sin salirse del guión.

- ¿Tenemos aliados?

- Siempre tengo aliados.

- De… de acuerdo entonces.- y justo en aquel momento la conciencia le abandonó.

Wo se rascó la perilla con impaciencia, y dijo en voz muy baja.

- Sugar llama a Smog. Dale las llaves del local e infíltrate en Cracks. He de saber en todo momento cómo marchan las cosas. – algo se movió tras de él antes de entregarlo de nuevo al silencio.

Horas más tarde, el sub-capo de HB anunciaba la disolución de la misma. Sus miembros fueron masacrados mientras vagaban sin rumbo. A la hora de la cena, Wo volvía a su casa con una sonrisa marcada en la cara. Gesto que se desvaneció al comprobar que el mismo capo de CV había decidido ir a visitarle.

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