jueves, 22 de noviembre de 2007

Hst sv5, relato n11

Capítulo 11: "El gigante dormido"


Los cuerpos de los Shinobis yacían derrotados al frente de la cabaña. Un viento frío, rebotaba en las armaduras de metal de aquellos androides. Una pequeña formación, perfectamente montada, creaba un pasillo de reverencia al líder de su raza. Gángster extendió una mano en dirección a la puerta, y la madera saltó en un millar de astillas. Los ninjas gritaban de desesperación, conocedores del efecto que tendrían todas esas acciones, en sus tranquilas vidas de entrenamiento y meditación. Una sombra comenzó a moverse a través del hueco que había quedado. La luz del hogar, y su crepitar danzante, bordaban de reflejos púrpura y carmesí, el kimono ancestral. La forma de una katana gigantesca se dibujaba tras la silueta. En un abrir y cerrar de ojos, la figura desapareció, para dejar al momento un amasijo de chatarra en uno de los laterales de la entrada. Cuatro droides de reconocimiento habían sido abatidos sin apenas esfuerzo. Los pupilos de tan singular personaje, comenzaban a levantarse, con esperanzas y ánimo renovado. Gángster alzó los dos brazos al cielo, y un ruido magnético pasó a impregnarles su cuerpo. Todos los Shinobis excepto uno, volvieron a besar el duro suelo. Su líder permanecía de pie, inmóvil, conocedor de la desventaja en la que se encontraba.

- Si has venido a matarme, hazlo rápido. No he meditado durante décadas para presenciar mi muerte. – el bot legendario se sorprendía al comprobar como era capaz de articular palabra, bajo aquella presión magnética. Contemplaba la dureza de su mirada, y no encontraba ningún signo de flaqueza en su determinación.

- He de decir que no esperaba capacidad de resistencia alguna por parte de un humano. Aún así, podría terminar contigo con sólo chasquear los dedos.- hizo una pausa para contemplar la insolencia de su adversario.

- Basura androide. Acaba lo que has venido ha hacer, y no me des la arenga. No soporto ese sonido artificial. – los dientes le chirriaban por la fuerza que debía hacer para poder abrir la boca.

- Tu descaro te va a salvar la vida. – una luz verde salió del pecho del bot gigantesco, y chequeo en profundidad al ninja.- Mis principales enemigos, acaban de reclutar al jefe de la mafia Crack. Planean usarlos como señuelo suicida en la inminente guerra, y no puedo permitirme tener bajas inútiles con enemigos tan inferiores. – el chasquido enlatado de sus palabras, junto con la imponente presencia de todos aquellos androides en formación, daban un aspecto realmente amenazador al grupo que conformaban.

- No se porque me sigues con tu perorata. Acabemos esto de una vez.- sonó un desgarro, y los músculos de las piernas del shinobi dejaron de responder. Aún así, consiguió alargar el filo de la espada hacia el rostro robot. Éste parecía sonreír.

- Te curaremos tus heridas, y serás mejorado biónicamente. Pasarás a encabezar el grupo de contención de nuestra orden, y con suerte, podrás entregar tu vida en el campo de batalla.- aquel discurso sonaba a sentencia a través de sus mandíbulas.

La bata pintada con una doble H yacía inmóvil en el suelo. Aquella fue la única vez en la cual tan inusual guerrero, pudo pensar por si mismo. Sus cualidades serían aprovechadas en muchas contiendas por la plaga androide. Su voluntad sería anulada completamente, y su juicio claramente perturbado. Acababa de nacer, Hattori Hanz

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