miércoles, 14 de julio de 2010

Martin, el estudiante disecado de biblioteca, día 2 parte 1 de 2

La bibliotecaria cargaba el rifle de francotirador con cansada resignación. Abría las persianas con los tempos que te marca la rutina, comprobando que no entrase el límite de luz que separa las penumbras, de la primavera que acostumbra a molestarla. Apuntó con precisión al busto del antiguo bibliotecario, que tras recibir a la bala con dureza, impactó contra un interruptor que tenía tras de sí. Al ser presionado, el interruptor encendió las luces de las lamparillas a las que todavía les funcionaban las bombillas.

Puesta en funcionamiento la iluminación, solo faltaba abrir las puertas del recinto para dejar pasar a los estudiantes que se agolpaban en el exterior. (dos y medio). (uno llevaba parte de un cadáver en la mochila, pero siempre decía que se trataba de un plátano podrido). (un tipo listo, que sabía usar el potasio en su beneficio sin duda alguna).

Gertrudator (Gertrudis Miraviesa García había recibido con agrado su mote, haciendo incluso que le cambiaran el nombre en el registro civil), encontraba un placer bastante absurdo en lo que iba a suceder a continuación. Esas pequeñas cosas que le alegran el día a uno, decidía pensar ella.

Marcó un código en una cajetilla eléctrica que la miraba de un blanco anodino, y de la talla del techo descendió un gran ariete con fuertes empuñaduras medievales de acero fundido islandés. Islandés, como a ella le gustaba. De Reykjavik oeste, casi casi del mismo Seltjarnarnes.

Aferró con dureza las empuñaduras, y levantó el tronco de más de media tonelada de peso. Acto seguido se lanzaba en carrera sobre las puertas principales. Con suerte pillaría a algún chaval desprevenido. Sin ella, habría alguna sorpresa que estadísticamente sólo podía ser agradable.

El trompazo fue recibido con normalidad por los que esperaban afuera (a todo parece acostumbrarse uno, hasta al Tulicrem), viendo saltar en mil pedazos la cristalera y parte de la bicicleta de la misma Gertrudator. Destrucción aleatoria y entrópica. La base de la economía que sustenta a nuestros trabajadores más poco afortunados.

Gertrudator daba por abierta la biblioteca, dejando pasar con recelo a los siete u ocho desgraciados que llegaban a una biblioteca cuando aún estaba cerrada. Ahora sólo tenía que llamar al cristalero (como hacía todas las mañanas) y al dependiente de la tienda de bicicletas (como hacía todas las mañanas.... que no venía montada en un sidecar sin motocicleta, que no terminaba de gustarle).

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Aure vivió con aburrimiento como se sucedían los hechos que contemplaba todas las mañanas. Cuando estuvo seguro de no clavarse más de cinco afilados cristales, pudo entrar en el edificio, con la esperanza de encontrarse con su gurú y amigo: Martin.

Debían haber ya unas diez personas sentadas cuando por fin le vio sentado en el mismo lugar que siempre ocupaba. Boca entreabierta, intentando memorizar una lista de datos inútiles, y cabeza semiflexionada hacia los apuntes. Su mano derecha se alza de la mesa con el dedo índice perentorio. Lo de siempre. Esto (como no podía ser de otra manera) lo tranquilizaba mucho.

Llegó a su altura haciéndose el despistado, dejando caer su simpático gorro rojo sobre la mesa. Contemplaba con admiración la abnegada pose de Martin. Por alguna razón, tenía la misma lista de datos que el día anterior bajo su atenta mirada. Aure llegó a la conclusión de que seguramente había dado una vuelta entera a sus apuntes. Lo cual, paradójicamente, era cierto.

Aure: Ohlalá! Amigo Martin... ¿qué tal va todo?
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Aure: Siempre tan aplicado.... ¿Qué estás estudiando?
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Aure: Vaya, no quisiera molestarte.... Es sólo curiosidad....
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Voz femenina por su espalda: ¿Esperas que algún día te conteste?

Paris había llegado acompañada de Rex. ¡Hola! Que rápido parecían marchar las cosas para algunos, y lo que costaba a otros siquiera entablar una conversación.

Aure: Martin discúlpame un momento.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

Se paró ante la extraña pareja, brazos en jarra y mirada altanera. Comenzó a mover la boca como lo haría un rumiante experto (sí, acertásteis, taiwanés), preparando el terreno a su perentoria acusación.

Paris: ¿Piensas decir algo hoy?

Qué irritantemente encantadora le resultaba la jovenzuela de mirada traviesa.

Aure: Rex, eres una auténtica mierda. Genuina. No del género abstracto, sino tangible, material, incluso me atrevo a decir que maloliente. De hecho, para que no hubiera lugar a dudas, he memorizado la acepción que creí más acertada: "Mierda (del latín merda ) (...)En sentido estricto es el resultado del proceso digestivo, y se refiere a los deshechos fecales de un organismo vivo, normalmente expulsados del cuerpo por el ano" Creo que resume lo que siento.

El chico de pequeñas gafas verdes se rascó con aburrimiento la cabeza, dió un beso en la mejilla a Paris (que enrojeció a niveles dañinos para la salud), y se fue a su asiento habitual, para comenzar a repasar sus apuntes de "no se qué Informático". O electricista. Vete tu a saber.

Paris: Eres un niñato.
Aure: Que puede memorizar cualquier cosa de un diccionario.
Paris: No te conozco de nada, creo que no volveré a hablarte, y así soluciono tus frustraciones de un solo golpe.
Aure: Perfecto, no te necesito (moría por dentro)... tengo a Martin.
Paris: ......

Aure saludaba a Martin, que seguía atento a su interminable lista, ajeno a lo que sucedía a pocos metros tras suya.

Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
(...)
Aure: Es algo tímido.
Paris: Es un cadáver.
Aure: ....
Paris: ....... Ayer Rex estuvo esperándome a la salida.
Aure: Tengo mucho que estudiar Paris.
Paris: Es tan guapo....
Aure: A Martin no se lo parece.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Paris: ¡Qué dejes en paz a los muertos!
Aure: Oh si si claro, yo tengo que dejar en paz a los "supuestos muertos" pero tu puedes tener novio. Vaya vaya.... creo que algo está flaqueando en tu aplastante lógica.
Paris: No somos novios.
Aure: ¿Puedo besarte en la mejilla?
Paris: Déjame en paz.
Aure: ¿Puede hacerlo Martin?
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Paris: Eso es todavía más asqueroso....
Aure: Martin no le hagas caso, me consta tu éxito entre las mujeres...
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Paris: Esto es una pérdida de tiempo, disfruta con tu amigo disecado.
Aure: Lo mismo te digo con tu novio... "cerebro disecado".

Paris Hilton le miró exhausta. Llegaba a confundirle el empecinamiento del muchacho. Quería simplemente no escuchar su siguiente frase, pero por alguna razón se veía obligada a hacerlo. Mejor volver a estudiar.

Aure se sentó junto a Martin, contemplando con sorpresa como una tercera persona había estado observando todo desde el lugar que enfrentaba al de su inmóvil amigo. Una chica de cristalinos ojos verdes y mejillas regordetas les miraba divertida. Sus rizos se alborotaban con las pecas que poblaban su cara. Una cicatriz digna de un valeroso pirata cruzaba su frente.

Corsaria de rizos divertidos y ojos preciosos: ¡Hola! Creo que voy a cambiarme a esta mesa!!

Aure la observaba con descaro. No tenía el gracioso físico de Paris. Ni tampoco su fatal picardía en la mirada. Sin embargo, un punto de locura le hacía parecer extrañamente lúcida. Esto interesó mucho a los dos amigos, que centraron sus siguientes minutos en conocer a la joven.

Aure: Hola, me llamo Aure y tengo una bicicleta.
Corsaria de rizos divertidos y ojos preciosos: ¡Una bicicleta!
Aure: Sí, una bicicleta.
Corsaria de rizos divertidos y ojos preciosos: Eso suena "súper".
Aure: De hecho, lo es.
Corsaria de rizos divertidos y ojos preciosos: Yo soy Sonia. Me gusta todo esto....

1. Pasear por los puentes sin mirar lo altos que son.
2. Las aceitunas
3. La piel de los melocotones.
4. El calorcito de una manta recién lavada
5. El sonido de los autobuses que llegan a tiempo.
6. Los cuadros que se venden en tiendas que no venden cuadros
7. Hacer trampas en el parchís
8. Nueva York
9. El mercado por las mañanas
10. Discutir y reir con un taxista de mi barrio que tiene los ojos muy muy pequeñitos
11. El olor a limpio
12. Los violines
13. Cómo se me quedan las yemas de los dedos después de tocar el violín
14. Sonreir a los niños poniendo una cara muy extraña
15. Imaginar la vida de los demás
16. Las cosas viejas que huelen a nuevo
17. La arena de la playa que está húmeda cuando cavas
18. Los abuelos que juegan a las cartas y discuten
19. Los perros que dan vueltas como si fueran una croqueta
20. Pisar hojas secas en otoño

-Ah!! Y si siento un gran estrés emocional sufro crisis de narcolepsia profunda!.....-

Dicho lo cual sus ojos se vaciaron de brillo y su boca se entrecerró. El ritmo respiratorio cayó hasta pausarse lentamente. Sus músculos se relajaron, y la crisis terminó de instaurarse. Estaba dormida.
(....)

Aure: Parece simpática eh Martin.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Aure: Opino lo mismo, quizás algo peculiar.... Pero, ¿quién no lo es?
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Aure: Bien bien, pero tú eres la excepción que confirma la regla.
Sonia: Hola
Aure: ¡Vaya! Que pronto has despertado!
Sonia: ......
Aure: Vuelve a dormir..... interesante.
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).
Aure: Voy a estudiar un rato amigos, luego nos vemos
Sonia: ......
Martin: (gesto pensativo y compungido, una larga lista que memorizar por delante).

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